El recurso que los pequeños utilizan es llamar a sus padres, que son su apoyo y defensa. ¿Cómo debemos actuar? Los profesionales aclaran que las soluciones deben hacerse a la medida de cada estilo de familia y cada niño. No obstante, se pueden establecer normas generales recomendables. Estas corresponden al período evolutivo de entre los dos y tres años, aproximadamente, y no son las mismas que tendrían que aplicarse en el caso de pesadillas o terrores nocturnos, que aparecen en una fase posterior, a partir de los tres años y medio y hasta los seis años, más o menos.
¿Qué consejos son los más importantes?
• La mayoría de las veces en que el chiquito se despierte se dormirá él solo. Esto significa que no tenemos que correr a su lado ante el menor indicio de que se ha despertado. Cuando escuchemos una pequeña queja o que nos llama, conviene esperar un momento y, si persiste, acudir.
• No hace falta correr por el pasillo precipitadamente y llegar a su lado con la respiración entrecortada. Lo que el pequeño necesita es seguridad y semejante imagen inquietaría a cualquiera. Lo mejor es que nos vea tranquilos y a su lado. Si transmitimos ansiedad, sus miedos se incrementarán.
• Tampoco debemos hablarle demasiado o tomarlo en brazos, porque lo despabilaremos más, y se trata de que vuelva a conciliar el sueño. Además, los razonamientos de los adultos explicando que no tiene motivos para tener miedo no le sirven. El está asustado y precisa que le den seguridad y apoyo.
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